Lo que nos tienen que enseñar Hannah Höch y Marianne Brandt | La hermosa libertaria

Irene Campos
4 min readJun 15, 2020

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Jóvenes alemanas de acampada, 1928 / Deutsches Historisches Museum, Berlín

Durante la República de Weimer (1918–1933) se produjo en Alemania un fenómeno de emancipación femenina que osciló entre la realidad y la idealización. En los años precedentes, durante la Gran Guerra, un número considerable de mujeres accedió al mercado laboral como consecuencia de las movilizaciones masivas de soldados. Tras la derrota, el nuevo régimen político se inauguraba con la legalización del sufragio femenino y las mujeres irrumpían por primera vez en el parlamento. Los años veinte arrancaban así con mayores cotas de libertad socioeconómica para las jóvenes, que empezaban a postergar el momento de casarse y tener hijos. Fue también un periodo de gran efervescencia cultural: el cabaret alcanzaba su época dorada mientras se estrenaban los grandes títulos del cine expresionista; la emblemática escuela de la Bauhaus se fundaba en 1919 bajo principios libertarios y un año después, Dada presentaba en Berlín su primera feria internacional. El paisaje urbano comenzaba a verse transmutado por jóvenes que renegaban del rol tradicional de esposa y madre. Fumaban y bebían en público, practicaban deporte, vestían de forma andrógina y vivían libremente su sexualidad. Había nacido el fenómeno, tan lisérgico como efímero, de la Nueva Mujer.

Como era de esperar, los florecientes medios de comunicación invirtieron sus esfuerzos en seducir a las jóvenes urbanitas. Estrellas del celuloide, atletas y bailarinas se erigieron en el grácil y glamuroso símbolo de la nueva feminidad y la prensa, mientras exhibía su apasionante modo de vida, ofrecía a las ávidas lectoras el catálogo de productos que las ayudaría a parecerse a sus ídolos. El mercado vio en la emancipación femenina una oportunidad para hacer negocio y se lanzó a ello sin ambages. No tardó en fraguarse el estereotipo que perfilaba a la Nueva Mujer como vanidosa y derrochadora. Podemos afirmar que fue un fenómeno sobredimensionado por la sociedad de consumo (el ideal femenino tradicional pervivía, salvaguardado por quienes veían en la emancipación de las mujeres una amenaza al orden establecido; las jóvenes trabajadoras, peor pagadas que los hombres, no podían permitirse el tren de vida que la prensa proyectaba) que pretendía, además, neutralizar el valor político de la Nueva Mujer, muchas veces retratada como una joven atolondrada sin inquietudes intelectuales.

Hannah Höch, Das schöne Mädchen (La hermosa joven), 1920, collage / Colección privada

Por suerte, hubo artistas que se preocuparon por inmortalizar sus vivencias e inquietudes, dejándonos un legado mucho más significativo. Veamos, por ejemplo, el fotomontaje Das schöne Mädchen (La hermosa joven) de Hannah Höch. Su protagonista carece de cabeza y, por tanto, de cerebro. Es un cuerpo esbelto, en traje de baño, y un gran peinado sin nada debajo. Representa de forma descarnada la imagen de la Nueva Mujer que proyectan los medios de masas. De un neumático junto a ella emerge el boxeador Jack Johnson, que la roza con los puños. El leve contacto, la semidesnudez de ambos sugieren una atracción sexual interracial. Al fondo, en un extremo, un rostro femenino nos mira con aire desamparado, envuelto en una oleada de logos de BMW. Concuerda en tamaño con el gran peinado en primer plano, por lo que podría pertenecer a la bella cabeza hueca que da título a la obra. La composición parece aludir a la deriva consumista en la que se interna la sociedad contemporánea y que amenaza con neutralizar cualquier atisbo de lucidez, de resistencia. La bombilla que se enciende en la mente de la joven arroja, sin embargo, un haz de esperanza: la mujer emancipada es más que un cuerpo bello entregado al consumo hedonista. Es una ciudadana perspicaz, instruida y políticamente comprometida.

Marianne Brandt, Es wird marschiert (En marcha), 1928, collage / Catálogo de la exposición “Tempo, tempo! The Bauhaus Photomontages of Marianne Brandt”

Es wird marschiert (En marcha) de Marianne Brandt apela de manera más directa a las inquietudes políticas de una mujer culta y politizada. El fotomontaje presenta un maremágnum de manifestantes y militares que ilustra el clima de convulsión política de la época. Un grupo de obreros se enfrenta a la policía mientras un desfile de soldados asiáticos alude a los irresueltos conflictos coloniales. En la parte superior, las naves militares hacen pensar más bien en peligrosos juguetes en manos del poder. La imagen de la joven melancólica que contempla este turbulento panorama proviene de la revista “UHU” e ilustraba originalmente un poema, Die Parkett-Tänzerin, protagonizado por una frívola bailarina. Brandt impugna así el estereotipo de la muchacha coqueta y veleidosa, transformada gracias a su intervención en una espectadora crítica de la actualidad, testigo impotente de unos acontecimientos políticos que terminarían apagando su incipiente libertad.

Hannah Höch, inventora del fotomontaje, es una de las artistas más célebres del movimiento Dada. Marianne Brandt, por su parte, es conocida sobre todo por su trabajo como diseñadora de la Bauhaus. Ambas encarnan el fascinante modelo de la Nueva Mujer alemana y ambas abordaron la realidad poliédrica, contradictoria y emocionante que les tocó vivir a través del fotomontaje. Son las madres de una práctica a la que recurrirían una y otra vez mujeres artistas a lo largo de las décadas siguientes— Grete Stern, Martha Rosler, Eulàlia Grau, Barbara Kruger… — para reflexionar sobre la misma problemática: cómo afecta la cultura mediática en la construcción de la identidad femenina y cuál es la realidad de las mujeres en una sociedad cada vez más salvajemente capitalista.

Aunque van a cumplir ya un siglo, los fotomontajes de Höch y Brandt plantean situaciones y paradojas que siguen asaltándonos a nosotras, mujeres del siglo XXI. Los próximos artículos estarán dedicados a ellas.

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Irene Campos

Historiadora del Arte. Máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual. Fotografía, crítica feminista, opinión.